domingo, 11 de septiembre de 2011

Momento

Voy a robarte, esta vez, el comienzo de este escrito. Lo que no quiere decir que nunca lo hubiera empezado así, en ocasiones, ultimamente recurrente, funciona como disparador. Empezar por el principio me digo a mi mismo, y así me supero y ya no soy el mismo que miraba la hoja del cuaderno y no sabía cómo empezar. Domingo, ya tarde, el nefasto sentimiento de angustia Domingal ya no puede recaer sobre mí. De hacerlo tendría que vencer mis ganas de dormir pensando en las formas que se manifiesta la vida y no estoy dispuesto a que eso suceda. Ya no quedaba mas fuerza mentales ni físicas para que me diera el lujo de escribir esto, en estas rutinas, las de la ciudad el tiempo queda condicionado a los deberes y no a las paciones. Una vez más niego que tenga que naturalizar eso y aquí me encuentro escribiendo cansado y confuso, pero con el anhelo de poder dibujar un pensamiento en algo más duradero. Siempre es la noche la que obliga a mis manos a escribir, a llenar aquel cuaderno ya viejo de nuevas palabras. El domingo oculta tristezas y nostalgias, la esperanza de una semana mejor o el horror de que se termine lo que ha sido una buena semana. Es una instancia, marcada por el calendario que tanto niego pero que inevitablemente (de este término descreo bastante) marca el ritmo de la vida, para poder revaluar lo que uno es. El barrio se queda quieto, las señoras no chusmean en las casas, los familiares cumplieron con sus visitas programadas y todo vuelve a ese lugar del mundo que nos toca estar. Yo cierro la puerta de la pieza, veo algo que charle con alguien, eso que, hace unos segundos, me hacía pensar mientras fumaba tranquilo en la puerta de mi casa con los pies descalzos sobre la tierra. Me propongo agarrar mi libro prender la lámpara y dejar que los relatos me lleven al sueño. Hoy no, será distinto el final, me encanta cuando esto pasa y me veo en una situación que no tenía pensado realizar, dejare que el sueño quede aquí. Y como todo sueño su incoherencia es lo más hermoso, esa realidad distorsionada pero que aun sigue siendo realidad, esos momento que uno piensa nunca ocurrirán pero que se plasman en el abstracto mundo del Caos, no está de más aclarar que la incoherencia es un destello que nos llevan al plano abstracto de nuestra realidad, cobarde y vacio aquello que rechacen que una gran parte de nuestra vida transcurre en lo caótico y los sueños son, en esencia, sensaciones caóticas que sin conexión entre ellas ( seguramente algún psicoanalista intentara refutar esto) se nos presentan para no permitir que nuestro cerebro cobarde se vuelva totalmente racional y obligue a vivir, si se lo puede llamar vivir, alejado de lo caótico. Pensándolo bien voy a modificar mi comienzo y diré, pienso que Domingo, que tendría que ser como tantas veces nostálgico y traicionero. Pero que esta vez por no dejarme seducir por la razón es distinto, este domingo cambio tal vez el curso de la semana. Si voy a retomar esto de que ya no soy el mismo que se sentó a escribir, ya perdí el punto al cual quería llegar, pero no importa es lo rescatable de esta vida, no saber a dónde ir, porque si uno supiera a donde ir, que es lo que quiere en la vida y como lograrlo. Lamento decirlo pero ha encontrado en todo ese razonamiento la muerte, la cual no es un momento puntual, sino que hay que gente que “vive muerta”. En cambio aquel que no sabe dónde ir tiene siempre un motivo, un gran anhelo y, como olvidar a mi gran compañera, una gran ansiedad. Y esto de no saber a dónde pareciera que fuera una desventaja, uno ve a esas personas segura de cómo, cuando, donde y porque de todo y enseguida piensa que es uno el que se encuentra en desigualdad con el otro, por suerte entiendo que esto no es así, que no se puede, por suerte, prever nada. El futuro es eso un tiempo verbal que escapa a la realidad, es, hasta en un punto, abstracto y se pone en contrariedad con las personas tan racionales que todo lo programan (pero esto es harina de otro costal, que seguramente me servirá para poder armar otro texto si aun recuerdo esto.). NO saber dónde ir es una forma de rechazar la realidad que nos quieren imponer, la de las maquinas y las fabricas, de las oficinas y los sistemas operativos, los de la banalidad y el consumimos, etc. Es también una forma de no quedarse muerto, de superarse diariamente o tal vez semanalmente, habrá algunos mas perezosos que lo hagan una vez al mes y seguramente algunos que niegan esto no lo hagan nunca sino hasta que por algo de ese caos que se arremete en la realidad los obligue a replantear su futuro y ahí sí! Estarán entre los míos, que toma el no saber dónde ir no como una falencia sino como metáfora de la vida, que brilla cada momento hasta cuando ruedan lágrimas sobre las mejillas ellas tiene un brillo descomunal que obliga a cualquier humano aunque sea a entender sus actos. Con todo esto no quiero decir que nunca sé dónde ir, ni que quiero, seria hipócrita negar eso y muy de cobarde no tomar una postura frente a muchas cosas, lo que rechazo es el hecho de pensar en que todo momento tengo que saber dónde ir, que quiero, con quien lo quiero, no! Son cosas que se van dando y no tendría sentido pensarlas, porque sería forzar algo para que funcione. Y saber programar todo no es maravilloso es negar la humanidad que llevamos dentro, es volvernos acero, es horrible. Lunes, ya son más de las doce en el reloj por lo menos, no soy el mismo de antes, ahora me late en la cabeza las forma en las que se dieron las cosa. Aunque sea recordé que era lo que quería desarrollar, eso que me dejo pensando: “son de esas instancias en la vida, cuando uno piensa, si no hubiera pasado lo que paso antes esto no sería así. Y ese planteo te ayuda a entender porque lo pasado fue como fue. Y sobre todo porque es que ya fue, o mejor dicho que ahora es pasado.” Y ese pasado es el que da lugar al presente, que es más complicado y angustiante, porque nada seguro existe en el. Y es así como me gusta que sea para poder disfrutar cada momento en el cual

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